Cansas.

Cansas de una manera impresionante. Cuando te dije que sí, jamás pensé que llegaríamos a este punto. Porque estoy bastante harta de ti. De ti y  tus tonterías. De la manera en la que me tratas. De como te haces de rogar. De arrastrarme por ti. Porque siempre es igual. No vas a cambiar, lo sé. Y muchas veces me pregunto, ¿qué coño hago aguantándote? Puerta, es lo que te tendría que dar. 
Y lo peor, es que analizando, no compensa. No compensa los momentos buenos por los malos. Las veces que me haces sentir mal, llorar, deprimirme o ponerme de mal humor, no compensan en cuando estamos bien. Y aparte que son pocos ratos. Y que decidas joderme de mal humor hoy, no tiene perdón. Porque sabías que hoy no estaba de humor. Así que no, por mucho lo siento que me digas, esto no te lo perdono.

¿Amigas? ¿Para qué?

¿Para qué te den la espalda a la mínima de cambio? ¿Para qué se reían en tu cara? ¿Para qué te ignoren? Para esto más vale no tenerlas. Porque por mucho que me duela, una simple conexión en el WhatsApp, y sin contestarte jode, y más viniendo de ti. De la persona que menos me lo esperaba. Y harta, harta que siempre me tenga que arrastrar yo, y tú sigas siempre la buena. Porque lo que he hecho por ti, no lo he hecho por nadie, te he querido como nadie y mira, así acabamos. Porque todo tiene un final, y en este caso el de nuestra amistad. 
Una se cansa de arrastrarse siempre, ¿sabes? De que siempre sea ella la que da el primer paso, la que va detrás de ti lamiéndote el culo, harta, y mucho. Así que nada, ahora es tu turno de decirme lo siento, o esto termina aquí. Besis.